fbpx
Necesidades de la infancia

Cargamos el peso de seguir esperando aquello que no tuvimos en nuestra infancia.

Aprobación, apoyo, confianza, escucha, espacio, oportunidad, seguridad, amor, y otras tantas cosas que en cierto momento necesitábamos, pero no estaban o no estaban cómo nosotros las necesitábamos.

Como adultos, la necesidad puede seguir latente, muchas veces durmiendo en nuestro interior, inconsciente a nosotros, oculto en nuestra “forma de ser” pero formando las bases de lo que nos condiciona y nos limita.

Vínculos disfuncionales, miedos, dificultades profesionales, obligaciones o reacciones emocionales en excesos son posibles formas de cómo ese niño interior busca subsanar esas necesidades no cubiertas, muchas veces convertidas con el tiempo en heridas, y sobre todo, buscando que sean cubiertas por otras relaciones.

Con el pasar de los años el conflicto ya no es lo que no tuvimos, sino lo que seguimos esperando. Esa espera se convierte en nuestro verdadero conflicto, lo que nos mantiene atados, condicionando y limitando nuestro intento de dependencia y madurez emocional.

Ya dejó de ser lo que no tuvimos, y se convirtió en asumir que eso ya no está, no lo tendremos desde el lugar donde lo seguimos esperando.

Ahora, como adultos, nos corresponde a nosotros y tenemos hasta la responsabilidad de cubrir nuestras propias necesidades emocionales.