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Hay posiciones que pueden tomar los hijos con respecto a los padres que chocan con la madurez emocional propia del hijo, sin importar la edad, ya que el desarrollo emocional es algo que sucede durante toda la vida a través de diferentes etapas.

Hay 3 de estas dinámicas que son bastante comunes. Cualquiera de estas suelen generar límites pocos claros o difusos a lo que correspondería para estas relaciones, llevando a comportamientos más propios de otros roles.

Cada rol y cada relación está acompañada de ciertas dinámicas, comportamientos y expectativas que favorecen o perjudican al desarrollo de cada miembro, algo que podríamos vincular solamente a la infancia, pero no es así, suele ser algo también de la adultez, y sobre todo, donde se suelen ver sobre todo las consecuencias.

Estos cambios de roles se dan tanto por acciones del padre, llevando al hijo a ocupar esos roles, o porque el hijo decide hacerlo, al ver la necesidad o el sufrimiento de ese padre.

El hijo que se convierte en pareja de sus padres

Simbólicamente hablando, un hijo puede convertirse en la pareja de su padre cuando comienza a ocupar una posición, a nivel de actitudes y expectativas, que sería esperable para una pareja, alguien que esté a su par a nivel de relaciones, cubriendo sus necesidades afectivas y compartiendo su vida.

El origen emocional de esto suele estar relacionado con las carencias, conflictos, vacíos o necesidades que un padre tenía con respecto al otro, donde el hijo comienza a ocupar ese lugar como un intento de cubrir con lo que la pareja de ese padre no cubre o no cubrió.

Estos hijos están en un lugar afectivo en ese vínculo, con consecuencias sobre todo en sus relaciones de pareja, ya que para su inconsciente ese es un lugar que está ocupado y es el que capta su atención.

El hijo que se convierte en padre de sus padres

Simbólicamente hablando, un hijo puede convertirse en padre de su padre cuando comienza a ocupar una posición, a nivel de actitudes y expectativas, que serían lógicamente esperables de un padre hacia un hijo. Este hijo infantiliza al padre tratando de cubrir aspectos que ya debería satisfacer ese padre como adulto que es.

El origen emocional de esto suele estar a un nivel más profundo e inconsciente, vinculado a las necesidades emocionales propias de ese padre, sobre todo a aquellas que no recibió de sus propios padres y aún lleva consigo en la vida adulta sin gestionar.

Estos hijos están en un lugar de estar “encima” de los padres, maternando, controlando o cuidado lo que hacen, lo que no, de qué manera se sienten, qué necesitan, hasta muchas veces castigando o juzgando sus comportamientos.

El hijo que se convierte en amigo de sus padres

Simbólicamente hablando, un hijo que se convierte en amigo de su padre empieza a tener una relación en donde recibe una influencia, a través de comentarios, opiniones o ideas, que pueden estar condicionando su propia individualidad, y al mismo tiempo, ocupando más espacio del que debería.

El padre amigo de su hijo es un indicador de una proyección positiva hacia ese hijo, quien puede ser su favorito, con quien está totalmente alineado, de acuerdo con quien su hijo es o con lo que hace, motivando justamente aquellas cosas que este padre acepta y necesita.

Estos hijos, al estar tan alineados con su padre, reflejan esa falta de diferenciación que todo persona necesita para construir su propio camino.

Conclusión

Cualquier cambio de estos roles, impide en cierta medida el crecimiento emocional de ambos. Los roles bien definidos y los límites claros son importantes para la correcta salud emocional de la familia y la libertad emocional de cada individuo.

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