¿Nunca te pasó de buscar algo que recordabas de una forma y color determinado y aunque lo tuvieras delante de tus ojos no lo podían ver porque resulta que era de otro color y otra forma?

– A: “¿Dónde lo dejaste?”
– B: “Ahí, en la mesa”
– A: “Acá no veo nada, lo habrás dejado en otro lado…”
– B: “Lo dejé ahí en la mesa”
– A: “Ahhh acá está, no lo veía, menos mal que no muerde…”

Cuando buscamos algo, lo definimos mentalmente respecto a nuestros parámetros, expectativas, creencias, recuerdos, necesidades, etc. Eso hace que no podamos ver otras cosas que si están ahí para nosotros.

Cuando nos abrimos a que las cosas nos encuentran, en vez de buscarlas, nos abrimos a las infinitas posibilidades de lo que puede suceder.

¿No te parece hasta más emocionante?