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Un padre es algo muy diferente a un progenitor. Para ser progenitor es suficiente un espermatozoide. Para ser padre se requiere de amor y presencia cotidiana.

El rol de padre es un rol que se elabora, que se forja. Un vínculo que no viene dado desde la gestación ni que surge en el nacimiento, sino que requiere de una persona involucrada y presente, que se atreve a construir un vínculo con ese hijo.

En el cuento de Pinocho, de los hermanos Grimm, Gepetto hizo un muñeco de madera, inanimado, desprovisto de vida y carente de emociones. Fue solo a través de la relación con ese muñeco, de su compromiso, cuidado y educación que ese muñeco se pudo convertir en un niño con vida.

El hombre es solo hombre mientras tanto no construya ese vínculo. Pero si eso se da, todo cambia, la paternidad deja de ser algo solo biológico y se transforma también en algo simbólico. El padre simbólicamente siempre es un padre adoptivo, producto de un adopción voluntaria, de hacer de ese ser algo propio.

Es a través de la relación que esas dos personas puedan construir que se produce la transformación del hombre en padre y del niño en hijo.

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