Toda crisis implica un cambio, tanto de nuestra forma de pensar cómo de nuestra forma de actuar. Los cambios son algo que están siempre presentes y son parte de la vida.

La adaptación a estos cambios debería ser natural, porque el cambio es natural, pero nuestra resistencia al cambio es la que nos termina generando sufrimientos, esa resistencia a dejar de ser lo que somos y a querer permanecer dónde y cómo estamos.

Nos aferramos a la construcción de la personalidad que nos creamos

Muchas veces no podemos lidiar una batalla contra el cambio, nuestro verdadero trabajo trata en la gestión interna hacia el cambio, en cómo lo manejamos, cómo nos adaptamos y qué tan flexibles somos.

El miedo puede llegar a ser un enemigo en la resistencia al cambio y podemos encontrar casos donde el miedo se puede volver algo que no nos resulta de utilidad, nos inmoviliza, no quita oportunidad de reacción o no nos permite expresarnos, pero también hay otros casos donde el mismo miedo puede ser algo útil que nos empuja a movernos, a salir de donde estamos y a buscar un cambio.

Lo que más nos va a ayudar frente a los cambios es la flexibilidad, es abrirnos a lo nuevo, a lo desconocido, a salirnos de lo que creemos que somos para entrar en una nueva zona donde la incertidumbre toma un papel fundamental junto a nuestra capacidad para gestionarla.

Acepta el cambio y la incertidumbre, siempre estarán presentes.
Trabaja sobre tu flexibilidad y tu capacidad de gestión, serán tus mejores herramientas.

¿A qué cambio te estas resistiendo?