Estoy en la puerta de una casa desconocida, oscura, parecería abandonada, y tengo que tomar la decisión de entrar o irme. Ambas contienen riesgos.

Si me voy pierdo lo que podría encontrar, dicen que hay algo secreto, algo que podría necesitar, vaya uno a saber.

Si decido entrar el riesgo parece aún mayor, podría perderme o hasta morir dentro, por lo visto la incomodidad y el miedo me piensan acompañar.

Parece ser una casa que tiene cientos de rincones y habitaciones, podría ir hacia todos, o hacia ninguno, no lo tengo muy claro, no es un recorrido que tenga en mente hacer, al contrario, creo que prefiero evitarlo.

Decido entrar, aunque sea peligroso, ya está, es el momento. Voy sin rumbo aparente, veré lo que se va presentado, confío que algo me servirá como guía dentro.

A medida que voy entrando voy reconociendo algunas cosas, pero no es del todo claro.

Ese rincón me parece familiar.

Veo una habitación que a simple vista se me hace extraña, pero algo me dice que es un lugar donde ya estuve, parecería que hace bastante tiempo atrás.

Mientras más me voy adentrando, más conocido se me hace todo, pero nada es igual, es como verlo a la distancia aunque de forma cercana.

Algunas habitaciones me invitan a pasar, yo no decido. Otras permanecen cerradas, no quiero ni hacer el intento de abrirlas.

Parece que la casa decide por mí y me dice por donde ir.

(Todo queda en silencio)

Acabo de salir, algo es distinto en mí, algo cambió.

Estuve un rato, perdí la cuenta del tiempo, tal vez fueron 10 minutos o 3 horas, no logro recordarlo.

No dejan de venir a mi mente algunos recuerdos viejos. Pensé que ya estaban olvidados.

Algo me llamó a entrar, no fue casualidad, ahora me doy cuenta que era un recorrido que necesitaba hacer, incomodo, pero necesario.

Fue un viaje peligroso pero descubrí algo maravilloso, algo que no había podido reconocer hasta ese momento.

Ahora que lo pienso, en cada espacio que fui descubriendo, me fui descubriendo. Cada habitación que me invitaba a pasar me fue mostrando algo que necesitaba ver, que necesitaba recordar, algo que necesitaba sanar.

Recorrer y contemplar esta casa fue una experiencia donde por momentos sentí miedo a morir, pero también la oportunidad de ser feliz para siempre.

Esa casa simboliza nuestro inconsciente, y ese recorrido es el proceso de adentrarnos en él en búsqueda de descubrir lo que estamos necesitando y que nos olvidamos que es nuestro.

En eso consiste una sesión en Bioneuroemoción®. Es un viaje por una casa desconocida y conocida a la vez, donde lo que se esconde es la llave que necesitamos para resolver nuestros conflictos.

El tesoro oculto, en secreto, que nos lleva a comprender lo que nos sucede de una manera diferente, está ahí a la espera de que nos animemos a entrar por esa puerta, que nos animemos a ir hacia dentro nuestro.

En ese viaje nos podemos perder, pero también podemos salir fortalecidos.