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Aunque a simple vista los roles de la familia sean algo claro y de lo que todos son conscientes, no siempre es así, muchas veces estos roles cambian y los miembros pueden comenzar a ocupar lugares que no le corresponden y que poco benefician su desarrollo y salud emocional.

Padres, hijos, parejas, hermanos, suegros, cada uno de los roles que componen el sistema familiar arquetípicamente deben cumplir con ciertas características, que son justamente las que mantienen el equilibrio entre todos.

Pero no se trata únicamente de que cada uno ocupe su rol, sino también que todos puedan hacer respetar su propio rol, su espacio o la dinámica que necesita dentro de la familia.

Cuando los roles se cambian y los espacios comienzan a ser pocos definidos, las dinámicas cambian de tal manera que alguien en el sistema familiar comienza a desarrollar funciones que no son propias y esto pueden inhibir su propio desarrollo y la concreción de sus metas o deseos.

Los roles claros y los límites definidos son clave para la salud emocional y el crecimiento individual dentro de la familia, evitando dinámicas que obstaculicen el bienestar y las metas de sus miembros.