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La inmadurez emocional del padre

Hay ciertas características en los padres que condicionan de gran manera la libertad emocional, el crecimiento y la individualidad de los hijos.

LA AUSENCIA PATERNA

Una ausencia no es solamente cuando hay una falta real de la persona, sino también, y mucho más presente en los hombres actuales, la ausencia es también cuando el padre se “desconecta” del día a día de la familia, de los conflictos, de la crianza, de las responsabilidades, del ambiente emocional en el hogar.

Un mecanismo de defensa del hombre es la desconexión. Esto lo puede hacer estando en el hogar pero como si no estuviera, ya sea mirando TV, con el celular o simplemente “desconectado” emocionalmente de lo que sucede. Otra forma de hacerlo es evitando estar presente en la casa, a través de actividades sociales, en el trabajo o hasta de practicando deportes durante largas horas.

LA AGRESIVIDAD NO GESTIONADA

Esta es otra característica, sobre todo vinculada a los hombres, que produce daño tanto hacia la madre como hacia el hijo. La agresividad no gestionada es un indicio de la inmadurez emocional del hombre, producto de la falta de herramientas para gestionar las situaciones de otra manera.

Toda agresividad no gestionada y desmedida, al igual que una autoridad en exceso, llevan a que el padre domine el ambiente emocional de la familia, impidiendo el despliegue emocional, el desarrollo de la individualidad y la identidad de los demás miembros de la familia.

EL PADRE INFANTIL

Esta característica también está vinculada la inmadurez emocional, ya que suelen ser hombres que están más como si fueran un hermano o un tío, que como un padre. Un hombre que no logra asumir su rol de padre, y que permanece viviendo su vida desde un lugar de hijo, tanto con pareja como con su madre. No logra ser soporte, sustento ni referente, necesitando el cuidado y la atención casi como si fuera un hijo.

Las consecuencias durante la vida adulta de este tipo de padre tiene que ver con la imposibilidad del hijo de desplegar su individualidad, de construir su propia identidad, de desarrollarse personal y profesionalmente de una manera plena y satisfactoria, y por esa falta o alteración de un referente adulto y maduro, muchas veces permanecen en exceso bajo la influencia materna.