Claro que estamos frente a un desafío, a una crisis y como tal tenemos costos a pagar. Costos en vidas, en salud, económicos y también costos emocionales.

Me parece importante en este momento lograr descubrir cómo y qué costos estamos teniendo a nivel emocional e intentar hacer algo con eso. A raíz de esta crisis que estamos viviendo aparecen nuevos conflictos que nos producen variadas emociones y es el momento de mirarlas.

Imagina que en tu empresa tienen un gasto económico pero no saben ni dónde ni de cuánto es… sería un desastre. ¿No será importante prestarle atención a esto?

Una emoción nos puede llevar directamente a un mejor entendimiento de nosotros mismos

Seguro hay costos emocionales que nos involucran a todos, tanto como sociedad o como familia, pero el que vamos a atender en este momento es el nuestro personal, el de cada uno. Atender nuestras emociones sin lugar a dudas ayuda en las emociones de quienes nos rodean, las emociones también se contagian.

Podemos hacer dos cosas: la fácil sería dejar el costo emocional simplemente como un costo, intentar que cada emoción pase lo más rápido posible y desear que llegue el día que todo esto termine. Pero también podemos usar ese costo como una inversión y ya que lo tenemos aprovecharlo de la mejor manera posible.

Para afrontar y aprovechar estos costos emocionales primero que nada tenemos que identificar dónde estamos haciendo el gasto. El gasto está en ciertos lugares, en ciertas circunstancias, con determinadas personas y en momentos específicos. No podemos usar ningún costo como inversión si no logramos identificar dónde exactamente es que ocurre.

Si no somos capaces de identificar qué nos afecta no vamos a poder entender qué nos sucede

Volviendo al ejemplo de la empresa, si estamos gastando mucho en impresiones necesitamos saber dónde, en qué momentos y qué se imprime. A nivel emocional pasa lo mismo, necesitamos identificar qué y dónde sucede.

Tal vez sea con tu pareja, tal vez sea con tu suegra o capaz que con vos mismo, pero el gasto emocional sucede en determinados momentos y bajo determinadas circunstancias. Para identificar dónde sucede basta simplemente con estar atentos durante el día y ver que situaciones te despiertan emociones que catalogas como malas o incómodas que si fuera por vos preferirías evitar.

Luego de identificadas, de nada nos sirve justificarnos una y otra vez contándonos la historia que “me siento así porque el otro hace o dice tal cosa”, o “me siento así porque la situación es cual o tal”, ahora es momento de invertir ese costo y convertirlo en inversión y para eso hay que cambiar la manera de plantearnos los conflictos. Si nos paramos frente a la impresora y nos justificamos diciendo “esto pasa porque vos imprimís mucho” no vamos a conseguir nada.

Somos los responsables de nuestro estado emocional

Nada está haciendo el otro, en todo caso nosotros nos estamos haciendo o diciendo algo a través del otro, así que estamos frente a aspectos nuestros que necesitan atención, nosotros mismos nos estamos haciendo el llamado de atención, así que es momento de preguntarnos ¿Para qué?

Podemos estar frente a muchas situaciones distintas, pero sea cual sea tenemos que hacer evaluaciones. ¿Es necesario imprimir lo que estamos imprimiendo? ¿Podemos conseguirlo de otra manera, por ejemplo enviando emails? y tantas otras preguntas que pueden surgir pero que no hacen foco en el conflicto como excusa, sino en buscar una solución mirándonos a nosotros frente al conflicto.

Cambiar la dirección de pensamiento comienza a ser fundamental si queremos resolver nuestros conflictos

Con el costo emocional pasa algo similar, necesitas cuestionarte cosas, pero siempre mirando desde vos. De nada sirve culpar a la impresora ¿no?.

Imaginemos que me molesta que alguien reaccione de cierta manera que no es la que me gustaría que reaccione:

Son muchas las posibles preguntas y varían de acuerdo a donde esté el gasto emocional en vos, pero lo importante es que logres hacerte preguntas sin acreditar culpa, ni hacia vos ni hacia afuera. Al hacerte este tipo de preguntas y al lograr responderlas vas a ser capaz de evaluar ese costo emocional y ver que hay atrás de lo que te sucede, para luego darte cuenta que cada costo puede, en gran medida, convertirse en una inversión.

Aprovecha el costo que ya tienes en esta situación. Tu estado emocional de mañana es consecuencia de la inversión emocional que hagas hoy.

Intenta conectar con vos, con lo que sientes, siempre de forma neutra, sin culpas y sin juicios.