Están las películas de héroes, de grandes amores, de increíbles aventuras, de sucesos que nos sorprenden, pero también hay otras, como por ejemplo Perfect Days. Una película tranquila, sencilla, cotidiana, pero que esconde una gran belleza.

Gran parte de este film se trata de la vida cotidiana de Hirayama, quien se dedica a limpiar baños públicos en Tokio. Una persona simple, ordenada, rutinaria, que día a día hace prácticamente lo mismo. Levantarse, ordenar su cama, alistarse para salir, tomarse un café, poner un casete con la música que va a escuchar rumbo al trabajo.

La película nos transmite dos grandes mensajes, que están justamente en esto, en la rutina, en lo predecible, en eso que nos sucede día a día. Hirayama encuentra la manera de ver belleza en eso cotidiano. Sonreír a un niño, saludar a una persona, cuidar sus plantas, toma una foto de las hojas de un árbol, lee un libro.

El otro mensaje me hizo acordar a algo que decía Enric Corbera, sobre que tenemos que amar lo que hacemos. Hirayama refleja muy bien esto en su trabajo. Es dedicado y detallista. Limpiar los baños públicos (que a simple vista puede parecer algo poco importante, sin sentido o hasta desagradable) lo hace con una entrega total, cuidado cada detalle, y sobre todo estando presente en eso que hace.

Algo que hoy en día es muy difícil. Nos pasamos con el celular en la mano, queremos inmediatez en todo, recibimos una cantidad enorme de estímulos, sostenemos cada vez menos la atención en algo concreto, nos venden ideales de vida alejados de lo real. Todo esto hace que olvidemos el instante presente y la posibilidad de hacer de manera consciente y plena lo que estamos haciendo.

Una película que también personalmente me conectó con el viaje a Japón que hicimos el año pasado. Sus calles, sus casas, sus personas, sus sonidos y claramente también sus baños públicos. Un país que es imposible que no te atraviese.

Más adelante aparece en la vida de Hirayama su sobrina, que nos permite comenzar a ver parte de su pasado, el vínculo que ha roto con su familia y el contraste social y económico con su hermana. Algo que nos hace reflexionar sobre qué habrá sucedido para tener esa distancia, pero al mismo tiempo, ver cómo ha construido una forma de vida que logra mantener propia, auténtica y sincera.

Nos hemos creído una versión de lo que es el éxito y una necesidad de ser más, producir más o tener más, que nos alejamos mucho de lo simple, de lo real y, al final de cuentas, de nosotros mismos.

Una película lenta, que nos permite apreciar esas pequeñas cosas que forman parte de nuestro día a día. Una simple cena, un paseo en bici, escuchar música, leer un libro, y no solo disfrutarlas, sino hacerlas estando presentes.

Por último, Hirayama le repite una sencilla frase a su sobrina que nos invita a estar un poco más presentes “La próxima vez será la próxima vez, ahora es ahora.”

¿Qué tan presente estamos en lo que hacemos?

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