Siguiendo con el enfoque de lo que vengo escribiendo en estos días relacionado a la situación actual que estamos viviendo, hay otro asunto que se ve modificado en nuestras vidas en gran medida y es el hecho de suspender muchas de las actividades que normalmente realizamos.

Nuestro día a día, cada cual en su medida, tenemos distintas actividades que ocupan nuestro tiempo, algunas por “obligación” y otras por elección, como por ejemplo entrenar, ir a clases, visitar a nuestros padres, mirar una serie, etc.

En estos momentos que estamos frente a la imposibilidad de realizarlas puede que veamos despertar cierta molestia, incomodidad o nos damos cuenta en cuanto nos afecta no poder hacer lo que hace unas semanas atrás si podíamos.

En esas actividades que nos afecta no poder realizarlas es en lo que nos vamos a enfocar ahora.

Nada de lo que hacemos es porque si, seamos conscientes o no todo tiene un motivo, y como en gran medida nuestro inconsciente determina nuestros comportamientos y decisiones, es importante llegar a comprender qué hay detrás de lo que hacemos.

Algo que nos cuesta mucho hacer es cuestionarnos a nosotros mismos. Vivimos mirando y cuestionado lo que sucede afuera, lo que hace el otro, pero hacerlo hacía adentro se presenta como un gran desafío y con esto que venimos hablando no es diferente.

Piensa en una actividad que más te afecte no poder realizar, esa que despierta una emoción que no te gusta:

Muchas veces atrás de las cosas que hacemos hay alguna necesidad personal que estamos tratando de cubrir o las usamos para llegar a un estado emocional que no estamos consiguiendo de otra manera.

Estos tiempos que parecerían que están hechos para enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestra forma “normal” de vivir y de pensar son el momento ideal para dedicarle un tiempo a dejar de actuar y pensar en piloto automático y a prestarnos verdadera atención.

Aunque parezca que la situación actual es igual para todos, en realidad es única y distinta para cada uno de nosotros.