Un hijo no deseado lleva consigo la falta de permiso de emprender su propia vida.

El deseo no tiene que ver únicamente con si el hijo fue buscado o no, sino con la voluntad, la aceptación y la acogida de ese hijo. Tiene que ver con la apertura emocional de los padres a dar parte de su vida, a comprometerse, a involucrarse, y sobre todo, a dar amor a ese hijo.

El deseo de los padres es fundamental para el buen desarrollo del hijo. Todo Ser necesita ser bienvenido al mundo. Si prestamos atención a esta palabra, “bienvenir”, implica dar la “bien” venida, es la acción de recibir “bien”, de manera positiva, de tener la capacidad de hacer sentir a esa persona que su presencia es aceptada, especial, reconocida y sobre todo, amada.

El deseo y la bienvenida al mundo, llevan consigo también la aceptación y el permiso para estar ahí, en este caso, estar y ser parte de la vida. Cuando no está este deseo, cuando por diferentes motivos los padres, sobre todo la madre, no puede transmitir ese sentir al hijo, dificulta la manera en que este hijo se hace presente en el mundo.

La falta de deseo de los padres sobre el hijo pueden generar conflictos de pertenencia, dificultades con mostrarse, con ser visto, con encontrar su propio lugar en el mundo, con no encontrar el permiso de emprender su propia vida.