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La bella durmiente

Unas de las características que se hace más presente dentro de los conflictos inconscientes vinculados a la madre, es el apego emocional.

Por un lado, este conflicto impacta profundamente en nuestras emociones, siendo la raíz de tristezas, angustias, falta de energía, procrastinación o hasta la imposibilidad de alcanzar cierta felicidad, y, por otro lado, se hace presente en bloqueos vinculados a “hacer su propia vida” en el hijo: independizarse, desarrollarse profesionalmente, entablar relaciones de pareja o encontrar su camino.

El apago se manifiesta en conflictos vinculados a una falta de libertad de movimiento, como si quisiéramos ir en cierta dirección, pero algo nos tirase hacia atrás.

El cuento de La Bella Durmiente nos permite hacer una analogía con este conflicto.

En un reino muy lejano, un rey y una reina deseaban tener un hijo. Después de muchos años, finalmente lo logran y nació una hermosa princesa, Aurora. El rey organiza una gran celebración e invita a todas las hadas del reino a ser las madrinas de la princesa, excepto a una.

Maléfica, el hada que no fue invitada a la celebración, se presenta enfurecida en el banquete. Como venganza, lanza una maldición sobre la princesa: al cumplir los 15 años, se pinchará el dedo con una aguja de una máquina de hilar y morirá. Una de las hadas buenas logra atenuarlo: la princesa no morirá, sino que caerá en un sueño profundo durante 100 años.

En los cuentos y en los mitos, la madrastra, la bruja, o como en este caso un hada malvada, representan simbólicamente los aspectos negativos de la madre, aquellas cualidades de su personalidad que en exceso condicionan o castran la individualidad del hijo.

No podemos dejar de lado la etapa de la vida en que se produce el hechizo. Porque es en esos momentos donde Aurora debería comenzar a salir del mundo familiar, ampliar sus vínculos sociales, desarrollarse, construir su propia individualidad, pero nada de eso sucederá, permanecerá dormida en el castillo.

El hechizo que recae sobre la princesa simboliza lo que el apego emocional genera, que es un “congelamiento” de la vida. Un estancamiento que produce dificultades en todos aquellos aspectos que requieran de un movimiento, sobre todo, un movimiento de salida.

Conflictos en construir vínculos, conseguir un nuevo trabajo, terminar una carrera, comenzar un proyecto personal o lograr ciertos objetivos, y también influyendo en aquellos aspectos que tienen que ver con construir un Yo saludable, como ser la autoestima, autovaloración, la confianza y seguridad en uno mismo.

El hechizo que el apego emocional ocasiona repercute en el individuo de tal manera que la vida se ve imposibilitada a ser una vida con la libertad emocional necesaria para construir un camino propio.