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Herida paterna en mujeres: armadura emocional

La vulnerabilidad es necesaria para conectar de forma auténtica. Si siempre nos estamos protegiendo, nadie puede llegar a nosotros.

Hay quienes llevan puesta una especie de armadura allá donde van. Comienzan relaciones con las defensas altas, como si estuvieran esperando un golpe. Pero esta protección es al mismo tiempo una frontera, una separación que marca una distancia muchas veces imposible de superar.

Esa distancia impide al otro un acercamiento real, sincero y auténtico. Y aunque sea un intento de protegerse de esa persona, en el fondo busca evitar conectar con el dolor que se esconde detrás de esa coraza.

Este tipo de conflicto se suele ver sobre todo en mujeres que han sufrido una herida paterna, quienes van hacia otros hombres protegiendo su vulnerabilidad emocional.

El mito de Medusa en la mitología griega simboliza esto. Medusa, tras sufrir una violación por parte de Poseidón, es castigada por Atenea, convirtiéndose en una criatura temida y aislada.

Su cabello se transforma en serpientes y cualquier persona que la mire a los ojos se convierte en piedra. Su capacidad de petrificar con la mirada simbolizan esa protección extrema frente a la posibilidad de nuevas heridas emocionales, e impide cualquier tipo de conexión emocional.

El mito representa cómo el dolor y el trauma puede llevar a la persona a construir barreras impenetrables que protegen, pero también que aíslan ante los demás, ocultando su verdadero dolor.

El reconocimiento y la comprensión de los dolores más profundos es lo que nos libera, sana y acerca a la posibilidad de construir vínculos saludables y auténticos.