La mirada del padre hacia la hija

La mirada del padre es muy diferente a la mirada de la madre, y cada mirada aporta distintos elementos en el desarrollo del hijo. El sexo del hijo también hace diferente el vínculo y los aspectos que se ven estimulados en cada relación: madre-hijo, madre-hija, padre-hijo y padre-hija.

La mirada del padre no es únicamente la forma en que el padre mira a su hija, sino también como se vinculan y de qué manera el padre construye esa relación padre-hija. Algo en donde entra en juego el rol que la madre ocupa en ese vínculo y el propio vínculo del padre con lo femenino.

La mirada del padre es fuente de validación y reconocimiento, es una mirada externa que abre las puertas a un mundo distinto del materno, en el caso de la hija, un mundo donde no buscará confirmar su propia identidad, sino que será usando para formar y consolidar su imagen diferente, su propio lugar como mujer.

La mirada del padre transmite valor y aceptación, fomentando la formación de una autoimagen y autoestima positiva. Cuando el padre reconoce y acepta sus intereses, opiniones y pasiones, alimenta la construcción de la identidad y el valor de su hija.

La mirada del padre orientará la forma que tendrá de relacionarse con otros hombres, así como la manera en que se vinculará con aspectos simbólicamente relacionados con esta figura, como ser la autoridad, la agresividad, las metas y objetivos, la concreción y finalización, el mundo profesional y económico.

La madre es quien permite lo femenino de la hija, pero es el padre quien admira y reconoce ese aspecto en ella. La madre es quien transmite la conexión con mundo emocional, pero es el padre quien la conecta con el mundo racional. La madre es quien enseña sobre la importancia de los vínculos y el cuidado, pero es el padre quien le trasmite la importancia de valorarse a uno mismo más allá de los demás.