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Hay madres que se muestran muy abiertas y dispuestas para con sus hijos, pero que sutilmente buscan cambiarlos a lo que ellas quieren o necesitan.

Esto se puede ver en ambos padres, pero sobre todo en la madre. Este comportamiento es una forma de manipulación y esconde una violencia invisible, ya que es un intento de cambiar lo que su hijo es, no aceptando quién es o cómo es.

Estas madres saben usar las palabras precisas para obtener los resultados que quieren. Nadie conoce más a un hijo que una madre, y esta madre sabe cuáles son los puntos débiles que debe tocar en el hijo para generar unos efectos específicos.

Hay veces que ni hace faltan palabras, basta un gesto o una mirada para mostrar su posición frente a algo. Y todo esto tiene un gran poder en los hijos de este tipo de madres.

Es emocionalmente más saludable transmitir un descontento, disgusto o molestia, de forma sincera, directa y amorosa que camuflarlo, hacer de cuenta que nada sucede, pero tratando de manera disimulada conseguir otra versión de su hijo.

Las dificultades de estos hijos radican en soltar la influencia de la madre y encontrar por fuera de esa voz un camino propio, desarrollar una mirada propia, porque muchas veces esto es ir en contra de los deseos de su madre.

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