¿Cuántas veces estamos frente a situaciones que nos hace doler?

No sirve explicarnos qué es lo que nos causa ese dolor, las justificaciones hay que dejarlas de lado. Quedarte en la justificación solo sirve para estancarte, aunque la causa sea externa a vos, solo vos tenés la responsabilidad sobre lo que te pasa, porque eso que sentís es tuyo y de nadie mas. Aunque el origen esté afuera, ahora el sentimiento ya te pertenece, así que es momento de responsabilizarte de eso.

Un dolor es un llamado de atención, ya sea físico o emocional, es algo que necesita de nuestra atención, que lo miremos y lo escuchemos, pero sin justificar y sin juzgar. El dolor siempre es nuestro aliado, nunca está ahí para hacernos sufrir sin más, viene para avisarnos que algo en nosotros necesita un cambio, necesita una nueva forma de ver, algo pide nuestra atención.

Pensar en la causa exterior te deja en una posición pasiva sobre lo que estás sintiendo. Responsabilizarte de lo que sentís, sin importar la causa, te permite empoderarte sobre tus sentimientos, y eso es el origen del verdadero cambio.

Aprender a mirar los dolores de esta manera es todo un desafío. Creemos que cuando algo nos pasa lo que hay que cambiar es la causa y siempre es externa a nosotros. Enfocarnos en lo que realmente sentimos nos permite aprender, tomar consciencia y cambiar algo que, mediante el dolor, está pidiendo ser cambiado.

No duele para sufrir, duele para cambiar.

¿Qué cambio está a la espera?