No todos quieren ser ayudados, por más que nos cuenten sus problemas

Para poder recibir algo se necesita antes una predisposición interna. Es un abrirnos a. Esa predisposición no está relacionada con el comportamiento que tomemos, sino a nuestro estado interno, algo puede ser muy diferente de lo que podemos decir o hacer.

Mostrarse dispuesto a escuchar, no significa estar dispuesto escuchar, de la misma manera que mostrarse dispuesto a recibir ayuda no significa estar dispuesto a recibirla.

Todo vínculo, toda relación, todo dar-recibir, necesita esa predisposición interna, ese abrirnos a, que no solo se trata de recibir, sino y más complejo, se trata también de aceptar que debemos dejar atrás aspectos nuestros, si es que realmente queremos encontrarnos con nuevas formas de ver la vida. Y no todos están dispuestos a eso.

Para salir del lugar en el que estamos, debemos renunciar primero a ciertos aspectos nuestros que son los que nos están manteniendo ahí. Esto es algo que se ve mucho en los conflictos. Todo conflicto permanece activo en el tiempo porque hay partes nuestras que se encuentran cómodos ahí donde están, por mucho que nos duela lo que nos esté pasando.

Freud decía que quien quiere curar al enfermo tropieza con una gran resistencia que le enseña que el enfermo no tiene la intención de renunciar a su enfermedad, por más formal y serio que parezca su propósito.

Una dificultad económica puede significar seguir manteniendo la atención de un padre. No entablar una relación de pareja puede significar la solución para no tener que confiar en el otro y sentirme vulnerable. La imposibilidad de crear un proyecto próspero puede significar la forma de evitar hacer frente a los comentarios de la familia.

Si nos diéramos cuenta de los hilos que se mueven por detrás de los conflictos que nos sucede, podríamos comprender cómo todos tienen que ver con nosotros.