Cuando damos el poder al otro creyendo que con lo que dice o hace puede rompernos, estamos cediendo nuestro bienestar a lo que el otro hace o deja de hacer. Sería como: “Toma, te sedo parte de mi bienestar emocional, cuídalo, hacerte cargo vos de no hacerme daño”.

¿Para qué hacemos eso? Para no hacernos cargo 100% de lo que nos pasa, de lo que nos pasa internamente.

No nos hacemos responsables de que somos nosotros que recibimos un mensaje y actuamos en función de nuestras propias creencias e intereses sobre ese mensaje. Si alguien te dice que no servís para hacer algo: ¿Tu bienestar emocional es responsabilidad del otro? o ¿es tuyo porque te crees en lo que el otro te dice?

Al final vamos por el mundo como víctimas, no queriendo que nadie me diga o me haga algo que me pueda lastimar.

¿En serio somos tan frágil? Yo creo que no, no somos frágiles, sino que es más fácil acreditarle la responsabilidad a otro que realizar cambios nosotros.

Dos personas frente al mismo comentario de “no eres bueno haciendo esto” pueden reaccionar de forma muy distinta: Una tal vez deje de hacerlo y se sienta frustrada, y use de excusa lo dicen. La otra tal vez comience a hacerlo aún más y se sienta motivada a demostrar lo que vale.

¿Entonces por qué culpamos al mensajero?

Si yo recibo un mensaje es porque algo de ese mensaje resuena en mí, sino ni lo percibiría. Escuchamos y vemos infinitas cosas en el día, y nos quedamos con 4 o 5 que nos resuenan ¿por algo será no?

Basta de victimismos, basta de culpas. Al final nos terminamos haciéndonos rehenes a nosotros mismos.

Es como si hiciéramos un contrato invisible donde yo le doy a los otros una parte de mi bienestar emocional para que cuiden como se compartan conmigo. ¿Estás dispuesto a eso? ¿Y estás dispuesto a ser responsables del bienestar emocional de los otros?

Vamos a otro ejemplo, una amigo me deja plantado justo el día que tenía muchas ganas de hacer algo, y ya lo hago culpable de como me siento, al final mi bienestar emocional lo hacemos depender de él. 
En cambio sí me deja plantado un día que realmente no tenía ganas de salir, pero no se lo dije, termino agradeciendo que canceló.

¿Entonces? ¿En qué quedamos? Estamos frente al mismo hecho pero actuamos de maneras distintas en base a lo que tenemos dentro en ese momento, en base a lo que quiero o espero del otro.

El verdadero conflicto no está en lo que el otro hace o dice, sino en cómo yo me tomo eso.

Nuestro bienestar emocional incide directamente en nuestra vida, en como nos vemos a nosotros mismos, como actuamos, como hacemos lo que queremos y como vivimos.

Empoderarse 100% de uno mismo es también hacerse responsable por lo que sentimos.