fbpx

La sobreprotección puede ser vista como una forma de violencia, ya que castra, limita, genera apego, baja tolerancia a la frustración, inseguridad y frena la madurez emocional. Se suele dar con frecuencia en la relación padres-hijos, sobre todo de la madre a los hijos, y pueden existir varios motivos de fondo que generan esa sobreprotección.

Algunos ejemplos que resultan en sobreprotección:

Para comprender esto podemos ver el ejemplo de un padre que en su infancia sufrió abandono y se sentía solo. En la actualidad no permite que su hijo esté solo ni un minuto. Decide mantenerlo constantemente con estímulos que él cree que ese hijo necesita. Algo que genera un exceso de presencia y afecto que también condiciona al hijo, ya que le resultará muy difícil descubrirse por fuera de su padre.

La creatividad, el autoconocimiento, la automotivación, la independencia emocional, la individualidad, la libertad emocional, la confianza, son cosas que se ven afectadas por esto.

ORIGEN DE LA SOBREPROTECCIÓN

La sobreprotección suele surgir de experiencias y emociones que el padre ha vivido y a través de una forma particular de vincularse con su hijo compensa sus propios conflictos inconscientes. Para descubrir el origen de la sobreprotección es necesario volver hacia esas experiencias pasadas, descubrir de qué manera las carencias del pasado generan los excesos del presente. Carl Jung decía que “la escasez aquí produce exceso allá”, por eso es necesario encontrar cuáles fueron esas carencias para encontrar el motivo inconsciente que lleva a la sobreprotección.

Otro ejemplo que podemos ver es el de una mujer que durante su infancia vivió un abandono de su madre. Durante su vida adulta compensa esto cuidando de todos a su alrededor, como una forma de dar aquello que no tuvo, y de alguna manera recuperarlo.

El origen de nuestros comportamientos más significativos, y específicamente de la sobreprotección, está en la infancia.

CONSECUENCIAS DE LA SOBREPROTECCIÓN EN LA VIDA ADULTA

En la vida adulta, la sobreprotección en la infancia se manifiesta principalmente por una inmadurez emocional, y esto se puede presentar de varias formas, por ejemplo adultos que:

El hijo que no aprender a gestionar sus estados emocionales incómodos, a tomar sus propias decisiones, a asumir responsabilidades, a tomar riesgos de acuerdo a su nivel de desarrollo, a verse como un individuo más allá de sus padres y que vive en una constante sobreprotección, termina siendo un adulto inmaduro.

La inmadurez emocional es una carencia de recursos propios para hacer frente a la vida.

La sobreprotección y dar todo resuelto a un hijo, tiene sus consecuencias, más que ayudar limita, no trasmite confianza en su capacidad y sobre todo lo aleja de desarrollar sus propios recursos.

Cuidar, apoyar y sostener, pero también integrar el miedo, la responsabilidad y la confianza.

Una crianza saludable emocionalmente es aquella que nace de un adulto que reconocer y trabaja sus emociones, sus límites, sus miedos, sus necesidades, y sus conflictos internos.