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Todo amor debe ser alcanzable para que el vínculo pueda crecer

El desarrollo de un vínculo afectivo no solo necesita disponibilidad, entendido como la condición de estar para el otro, sino, y muy importante, también está la capacidad de ser “alcanzable” por el otro.

Uno debe de poder “llegar” físicamente y emocionalmente a la otra persona. Conectar con el otro, tener la posibilidad de presentarse de manera auténtica frente al otro, y que aquello que uno es sea tomado y aceptado, pudiendo recibir atención, comprensión, escucha, ser simbólicamente “abrazado” y considerado por el otro.

La imposibilidad de “alcanzar” al otro en la vida adulta se suele ver en las relaciones de pareja acompañadas de sentimientos como sentirse insuficiente, no llegar a ser lo que el otro espera, estar en un constante esfuerzo por complacer al otro, o que haga lo que se haga nada es bueno o nunca se está a la altura. Es como si el otro no estuviera al “alcance” de uno. Estos sentimientos reflejan esa imposibilidad de “llegar” y conectar con el otro.

Todo vínculo en la vida adulta esconde rastros de nuestros vínculos primarios, en estos casos de la manera de amor experimentada en la infancia con y entre nuestros padres. Estos sentimientos pueden reflejar justamente la imposibilidad del hijo de conectar y “alcanzar” a alguno de sus padres.

Hay padres inalcanzables. Las faltas o ausencias, la desconexión emocional producto por ejemplo del alcoholismo o de la depresión, la autoridad en exceso que colocan al padre en otro nivel muy superior al del hijo, o la falta de cumplir adecuadamente un rol paterno generan esa inalcanzabilidad hacia el padre, provocando sentimientos de insuficiencia en el hijo, muchas veces asumido como que algo está haciendo mal para no poder “alcanzar” a ese padre.

Las creencias arraigadas vinculadas con esa insuficiencia requieren de una revisión de esos vínculos primarios. Ver de qué forma hoy en día estamos dejando de ser nosotros y nos comportamos de otra manera para llegar y “alcanzar” al otro, comprendiendo que con quien tenemos que ser auténticos y de quien necesitamos la mayor atención y aceptación es de nosotros mismos.